El ser humano. El ser imbécil

El ser caracterizado por el don del intelecto, se convierte en el paradigma de la estupidez. Debemos hacer un buen uso de nuestra libertad, más aún cuando nuestras libertades se ven coartadas.

De entre todas las especies que habitan el planeta Tierra, sólo una tiene capacidad de razonar: el ser humano. Tenemos ese privilegio innato desde edades muy tempranas. Sin embargo, el tiempo y la edad, en muchos casos, no nos hacen más sabios, pero parece ser que si más insolentes.

Sentimos la necesidad de revelarnos contra el sistema, a pesar de que este esté velando por nosotros. Sabemos más que lo expertos acerca de desafíos científicos sobre los que nunca hemos leído ni el abstract de un artículo académico. Creemos estar por encima del bien y del mal, y nos llevamos las manos a la cabeza cuando nos echan el guante.

El ser humano, el ser caracterizado por el don del intelecto, se convierte en el paradigma de la estupidez. Un ser infantil sobre el que hay que imponerse con autoridad y por fuerza bruta. Es complicado discernir a qué se debe este comportamiento. Quizá sea soberbia nacional, nos hemos creído lo de «¿soy español a qué quieres que te gane?» o nos creemos los dueños de una picaresca mal entendida.

Como seres necios que somos, empezó siendo un problema de masas. Un rebaño de borregos. Un grupo de domingueros que con el estado de alarma en ciernes decide invadir la sierra. O que con la cuarentena ya decretada decide trasladarse a su segunda vivienda cerca del mar. Con ninguna intención comprensible, y con la única posibilidad de propagar lo que el estado, el sistema y la parte cabal de la sociedad pretenden frenar.

Parking de La Pedriza durante el sábado 14 de marzo, día que se decretó el estado de alarma. Imagen difundida por el  servicio de emergencias.

A veces parecemos de especies distintas. Los que se baten el cobre por minimizar el impacto de la situación: los sanitarios, las fuerzas del estado, los trabajadores de supermercado, fábricas y transporte, incluso la clase política. Y los que no son capaces ni de permanecer en sus casa o acotar sus salidas a las necesidades más básicas, por su bien y por el de los demás, entre los que se incluyen sus seres queridos. Aunque con cierto retardo parece ser que la masa de borregos progresivamente se va tornando en una «minoría poco selecta».

Somos seres racionales, hemos de ser seres razonables. Hacer un buen uso de nuestra libertad, un uso responsable, incluso cuando nuestras libertades se ven coartadas:

La libertad se acompaña siempre de responsabilidad… La libertad es como una cometa, vuela porque está atada. Si uno no se siente atado por la responsabilidad, por su deber, por sus necesidades, por sus creencias o filosofía de la vida, no puede volar.

José Luis Sampedro

Los necios que se empeñan en no respetar la cuarentena y el resto de medidas tomadas por el ejecutivo contra el coronavirus son una caricatura de la mezquindad. Son como Homer Simpson clavándose una crayola en el centro neurálgico de su cerebro, pero en este caso del sistema y de la sociedad de la que forman parte.

4 Comments

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *