Crítica de ‘Posible’: Bunbury, hombre de vanguardia

Crítica del nuevo disco de Enrique Bunbury, 'Posible', la enésima mutación del artista aragonés y su banda, Los Santos Inocentes. Una cohesión contemporánea entre lo orgánico y lo sintético.

Zona de confort. Este concepto tan en boga es la antítesis a los trabajos de Enrique Bunbury. El aragonés errante continúa su viaje sin emplazamiento fijo, pero siempre con un rumbo en su horizonte musical. Posible (Ocesa/Warner) es un álbum único y señero. Ningún artista del panorama nacional ni latinoamericano ha logrado firmar un disco con un sonido tan singular en los últimos años. Detrás de Posible hay un trabajo superlativo, tanto en el plano compositivo, como en la producción. El sonido de sus diez temas se sustenta entre lo diáfano y lo nutrido. Y no solo se prodiga en lo instrumental con sonidos entretejidos con precisión cirujana, también las melodías vocales son de las más originales de su carrera. En Posible, Enrique parece capaz de cantar cualquier texto sin redundar en recursos de su propia escuela.

Las cuatro canciones que dan comienzo al disco («Cualquiera en su sano jucio», «Hombre de Acción», «Deseos de usar y tirar» y «Mis posibilidades») son un póker de ases en toda regla. Con esa mano puedes ganar cualquier timba de póker, y esas cuatro canciones ya hacen de Posible un disco imprescindible. Hay que rendirse ante el contrapunto del bajo y la disposición instrumental en «Hombre de Acción», y la eficiencia melódica y la incisión de los timbres que compactan el conjunto de «Mis Posibilidades (Interstellar)» con la referencia al film de Nolan. Y hay que rendirse ante la lírica de «Cualquiera en su sano jucio» y «Deseos de usar y tirar» alentada por esa mezcla de sonidos etéreos y sintéticos que termina estallando en el fulgor de unos estribillos soberbios.

«Las Palabras» parece un original ejercicio metaretórico que adolece de un estribillo facilón, pero que resulta arrollador por el envolvente groove de batería de Ramón Gacías. Desde el título y las melodías arábigas, en este caso mucho más sutiles y contemporáneas, «Indeciso o no» apunta directamente a aquel «¿Dudar?, quizás» de aquella reinvención primigenia y triunfante que fue Pequeño. Por otro lado, hay temas, «Como un millón de dólares», con los que al oyente le cuesta empatizar, no porque sea una mala canción, sino porque la lírica está alejada de la vida cotidiana.

El cierre de Posible, «Los Términos de mi Rendición» es una vuelta a lo orgánico para una transmisión más emocional. Un medio tiempo reflexivo e intimista que irremediablemente va a ocupar un lugar especial en el repertorio de Enrique. El loop del teclado final fusionado con el solo de guitarra resume toda la cohesión entre lo sintético y lo orgánico de Posible.

Hay que poner en valor la labor de Los Santos Inocentes. No es fácil aguantar el ritmo mutante de Bunbury y sus continuos (y plausibles) cambios de estilo, y la banda se muestra sobresaliente de nuevo. Cuanto mayor es el reto, mejor resultado exponen. Jordi Mena y Álvaro Suite muestra una biblioteca infinita de sonidos con sus guitarras. No, no todos son sintetizadores, Posible tiene mucha guitarra, pero huye del sonido clásico y manido de la guitarra eléctrica distorsionada. El saxo de Santi del Campo aporta pinceladas de contemporaneidad siempre en el momento perfecto, con la sonoridad precisa. Las cuatro cuerdas de Robert Castellanos asumen un protagonismo inusual con elegancia y creatividad, con líneas de bajo magníficas, al alcance de muy pocos.

Bunbury se ha puesto la bata blanca por encima del mono azul de obrero, y ha investigado timbres, sonidos, ritmos y texturas. Obtiene el resultado óptimo, aún en un territorio en el que el mismo se confiesa novel, a través de lo que seguro ha sido un arduo trabajo de ensayo-error. Por el camino habrán fallado mil experimentos frustrantes, y sus frutos seguro se verán también en futuros trabajos. Quizá, esta riqueza de texturas y timbres podría explotarse próximamente con desarrollos más extensos y canciones de mayor duración. Podría dar cabida a estructuras y dinámicas más sorprendentes dentro de cada composición. Posible no es un disco tan oscuro, es un crisol de sonoridades contemporáneas y una producción pulida hasta el extremo por Bunbury y Ramón Gacías.

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