Crítica – ‘Curso de Levitación Intesivo’ de Bunbury

Crítica del nuevo disco de Enrique Bunbury, ‘Curso de Levitación Intensivo’, que presenta un refinamiento extremo en la instrumentación y una lírica marcada por el papel del individuo en la sociedad actual.

Un factor determinante a la hora de evaluar o hacer la crítica formal de una obra es su contexto. Curso de Levitación Intensivo se ha publicado en un contexto de lo más singular por dos razones. La primera es que el año 2020 ha sido probablemente el año más extraordinario de la era contemporánea; la segunda es que, en este desastroso 2020, Enrique Bunbury ha editado dos discos. Ambas circunstancias se perciben en la escucha de su nueva obra. Curso de Levitación Intensivo no entra a la primera, merece la pena volver a degustarlo. Como la mayoría de música que merece la pena, requiere varias escuchas para procesar lo que ocurre en cada canción y descodificar el mensaje de las mismas.

Desde los textos, es un disco peculiar. Muchas veces buscamos en la música un refugio de empatía sentimental, no busquen eso en este álbum porque las letras de Bunbury apuntan más bien a la articulación del individuo en la sociedad. No de una manera generalista, sino empapando cada verso del tortuoso contexto global actual y lo vivido por el propio Enrique durante este año a nivel artístico, profesional y mediático. Bunbury ha decidido responder a todos sus detractores a través de su oficio, las canciones. Funcionan por sí mismas como replica a los que firmaron y promulgaron aquel terriblemente planteado El método Bunbury (Ed. Difácil, 2020).

Los que no entienden cómo funciona el proceso creativo, y las inspiraciones de las que se alimenta éste en cualquier artista, quisieron difundir que una carrera musical de más de 30 años se había fundamentado en el plagio. A ellos apunta «Malditos Charlatanes», visceral en el texto, pero delicada en su instrumentación. El error de no señalar las fuentes se subsana en este libreto indicando que la lírica de «El Pálido Punto Azul» está inspirada en el libro de Carl Sagan Un Punto Azul Pálido (1994). En ella, se sintetiza de forma brillante, en lírica y música, el sentido de la obra de Sagan, arropando los versos con livianas sonoridades astrales que, reforzadas por los teclados siderales de Jorge Rebenaque, otorgan el sentido cósmico idóneo.

Musicalmente, Curso de Levitación Intensivo está a un nivel excelso. Bunbury firma algunas de las grabaciones más refinadas de su carrera. Como ya hiciera en El Viaje a Ninguna Parte (2004), las canciones parecen estar, eminentemente, construidas a partir de los textos. «N. O. M.» (siglas de Nuevo Orden Mundial) condensa mucho más de lo que a priori cualquiera puede meter en una canción de cinco minutos, un tema que va creciendo con cada sutil y precisa pincelada instrumental. Presenta una melodía, tanto en el riff de guitarra, como en la línea vocal del estribillo, propia de la banda sonora de una película de superhéroes, y adhiere condimentos funk, industriales y afrobeat con una fluidez y naturalidad prodigiosa. El resultado es una canción única su especie.

«El Día de Mañana» y «Malditos Charlatanes» terminan siendo, en un álbum de tal nivel, las damnificadas. Ambos medios tiempo carecen del gancho melódico que caracteriza al resto del álbum. Con todo, la etérea instrumentación de «Malditos Charlatanes» contrasta con una letra tan viperina de una forma interesante. Curso de Levitación Intensiva no es -ni lo pretende- un disco de hits, sin embargo, el estribillo de «El precio que hay que pagar» es un fogonazo que queda grabado a fuego en nuestra materia gris. Con ella el disco despega, y continúa volando alto.

«El momento de aprovechar el momento» se erige como una de las grandes canciones del disco. La incesante y magistral línea de bajo sustenta una melodía vocal que sorprende en cada giro melódico; el vehículo perfecto para una de las mejores letras del disco, con un mensaje muy necesario. Curso de Levitación Intensivo es un disco de sonidos delicados, y eso lo han sabido interpretar a la perfección Los Santos Inocentes. El trabajo y la capacidad de investigación e interpretación de Ramón Gacías son extraordinarios, demostrando una vez más ser uno de los mejores baterías de nuestro país. Toma referencias de otros estilos como el jazz o patrones rítmicos del afrobeat sin replicar, llevándolo a su terreno y conjugando estas influencias, haciéndolas confluir con su propio estilo. Se percibe como el bajo y la batería asumen el peso de las canciones y funcionan como cauce de las mismas. Alvaro Suite y Jordi Mena se muestran inteligentes en las guitarras, adoptando un rol de arreglistas, y huyendo de manidos recursos guitarrísticos rock, aportando otra gama de colores a los cada vez más determinantes saxos de Santi del Campo.

Las sonoridades y la producción de Posible (2020) han sido talladas y reconfiguradas de nuevo para gestar este Curso de Levitación Intensivo, que rescata sonoridades anteriores a su predecesor y genera estilos inéditos en el catálogo de Bunbury. Ciertamente, el recurso vocal del falsete, tan presente en el estribillo de «Ezequiel y todo el asunto del Big-Bang», remite a aquella pieza quebradiza que fue «San Cosme y San Damián» en Flamingos (2002), y ambas tienen ciertas similitudes, empezando por las referencias religiosas y continuando por su delicadeza musical. El disco se cierra magistralmente con «Tenías razón en todo», que combina con destreza la sonoridad propia del disco y melodías soul.

El yo y «Mis Posibilidades» de Posible pasan a un segundo plano para centrarse en el ‘yo soy yo y mis circunstancias’ de Ortega y Gasset. En Curso de Levitación Intensivo, Bunbury usa un enfoque fenomenológico, demuestra la influencia del contexto global en el individuo. Un trabajo cuasi conceptual que logra, aún sin centrar su lírica en una sola temática, una cohesión retórica exquisita; reforzada por esa inclusión de una voz docente advirtiendo ‘Artículo de opinión. Comenzamos:’ para abrir el disco, y concluyéndolo con la mismo voz pregonando ‘Esto es todo por el momento. Muchas gracias por atenderme’. Un músico ha de ser un artista de su tiempo, que articula su opinión, su perspectiva, y este trabajo retrata un contexto social que bien merece un curso de levitación intensivo.

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