RetroCrítica – ‘Honestidad Brutal’ de Calamaro para el tormento del ser

Con motivo del 21 aniversario de la publicación de 'Honestidad Brutal' el 16 de abril de 1999, repasamos el trabajo que llevó a Andrés Calamaro a la consagración.

Si elaborásemos una de esas temibles (y terribles por injustas) listas de «los 10 discos más importantes de la música española», muy probablemente Honestidad Brutal de Andrés Calamaro estaría en ella. Es innegable su influencia en la labor compositiva del 99,9% de cancionistas nacionales.

37 canciones y 140 minutos de un artesano de canciones en estado de gracia. A muchos, más en estos tiempos de single que vivimos, les cuesta juntar ocho canciones decentes para lanzar un LP. Calamaro es un creador incansable, lo ha demostrado durante toda su carrera. El adjetivo «prolífico» se le queda corto. Honestidad Brutal es una publicación vasta y brillante a partes iguales, al alcance de muy pocos.

El álbum comienza con»El día de la mujer mundial», tres acordes arpegiados en una guitarra distorsionada que empuja al borde del precipicio al hombre martirizado por el amor, solo y colérico con el sexo opuesto. Este sentir va a determinar gran parte de las líricas del disco; no así la música, pues el artista argentino va a recurrir a esta sonoridad rock en contadas ocasiones, para permitirse transitar el profuso abanico de los géneros populares.

Calamaro explota su «dylanismo». La mayor parte de canciones parecen provenir de un proceso similar al del de Duluth. La interpretación es descarademente dylaniana en temas como «Clonazepán y Circo» y «No tan Buenos Aires». Pero Andrés no se queda ahí, Honestidad Brutal es un continuo ejercicio de estilo. Un continuo ejercicio de estilos, mejor dicho. Se prodiga en el reggae, el ska, el rock, el tango, funky, el folklore, el blues…no parece rehuir ningún género. Y, aunque se muestre como el eterno aprendiz de todos, los ejecuta con solvencia y personalidad.

Después de más de dos décadas desde su publicación, no tendría mucho sentido reseñar ciertas canciones de Honestidad Brutal, pues el paso del tiempo ya ha hecho esa labor. «El día de la mujer mundial», «Te quiero igual», «La parte de adelante» y «Paloma» son auténticos himnos conocidos por cualquiera. Además, entre lo ecléctico del repertorio hay temas tóxicos como «Veneno», sexuales como «Victoria y soledad», urgentes como «Más duele» o «Las heridas» y referenciales como «Con Abuelo» (dedicada a su mentor musical, Miguel Abuelo) y «Maradona», con la irrepetible colaboración del propio astro. Pero entre los casi cuarenta cortes también hay canciones que desprenden delicadeza. La versión de «Naranjo en flor» no puede ser más fina, «Jugar con fuego» es genial musical y líricamente, «Los aviones» (la favorita de su hermano, Javier Calamaro) es una bossa espléndida y «No son horas», en la opinión de un servidor, una joya olvidada.

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