Crítica – ‘El Madrileño’ de C Tangana

Crítica de ‘El Madrileño’, el esperado trabajo de C. Tangana, donde homenajea a autores clásicos de la canción hispanoamericana reivindicando su propio estilo.

Primero de todo, El Madrileño es un disco peculiar, plagado de referencias y que bebe, además de las colaboraciones, de muchas fuentes. Por ello, para entender esta obra hay que ver cuáles son esas fuentes. Tiene, además, una pretensión muy clara: reivindicar la tradición musical española y latinoamericana. ¿Cómo lo hace? Básicamente adopta los esquemas del género que quiere homenajear y le imprime su propio sello a través de su forma de escribir las letras, una producción contemporánea con toques urbanos y su timbre vocal. Esto lo refuerza invitando a músicos que dominan ese género para darle aún más credibilidad a cada tema. Al final, si el resultado es bueno o no, es una cuestión de credibilidad. Si al oyente le parece natural lo que está escuchando, si no percibe el tema como algo postizo, es que está bien hecho. Ergo, C. Tangana ha hecho los deberes.

Empecemos a desgranar esas fuente de las que hablábamos. Como ya comentamos anteriormente, el sampleo principal de «Demasiadas Mujeres» está sacado de la marcha procesional «El Amor» compuesta por el recientemente fallecido compositor Sergio Larrinaga. Por lo tanto, aquí tenemos el primer homenaje, en este caso a los tradicionales pasos. Pasamos después a la rumba «Tú Me Dejaste de Querer», magistralmente aderezada con esa línea de guitarra bachatera dando lugar a un nuevo género por explotar: la rumbachata. En «Comerte Entera», C. Tangana recurre directamente a uno de los padres del género, Toquinho, para adoptar la bossa nova. Es un tema simplón, si, pero certero y efectivo en la fusión con las sonoridades urbanas del estribillo y el tramo final.

El Madrileño está plagado de versos tomados de canciones icónicas de la música iberoamericana. Por ejemplo, «Son Ilusiones» de Los Chichos en «Tu Me Dejaste de Querer». O el «Corazón Partío» de Alejandro Sanz, y sobre todo, «Cómo quieres que te quiera» de Rosario en «Nunca Estoy». De nuevo, homenajeando uno de los géneros que más fuerte pegó en España años atrás, el flamenco-pop o pop aflamencado. Lo mismo ocurre en «Hong Kong» (con la colaboración de Andrés Calamaro), el verso «tengo un cohete en el pantalón» pertenece a la canción «Mil Horas», escrita por el propio Calamaro para su primera gran banda, Los Abuelos de la Nada. C. Tangana apuesta aquí por un sonido pop-rock clásico de grupos españoles como El Canto del Loco o Leiva. No deja de ser parte de nuestro imaginario musical popular.

El segmento central del disco es especialmente sólido con «Ingobernable» y «Nominao». Si aludimos de nuevo a esa credibilidad que comentábamos al principio, «Ingobernable» rebosa credibilidad, con el respaldo y la raza de los Gypsy Kings poniendo su duende al servicio de una rumba castiza y un estribillo pegajoso. Quizá la mayor sorpresa del disco, después de que casi la mitad de los temas ya se conocieran a través de adelantos. Uno de ellos, «Nominao», es de lo más distinto del álbum, donde el architalentoso Jorge Drexler se adapta perfectamente al estilo de C. Tangana.

Aún sin saberlo, «Un Veneno» fue la primera canción de El Madrileño que conocimos hace ya más de dos años. Fue la canción que cambió la deriva musical de C. Tangana, y en esta revisión solo puede mejorar con la colaboración de un José Feliciano al que la canción le queda como un traje de sastrería. «Muriendo de Envidia» viene de «Lola», del cantautor flamenco Antonio González ‘El Pescaílla’ (cónyuge de Lola Flores). Otro homenaje más de C. Tangana a sus ídolos. La adaptación es absolutamente genial, integra a la perfección el tema original, cantado por Eliades Ochoa (Buena Vista Social Club), con las estrofas. Para terminar de coronar el tema, la rumba catalana se parte con un break salsero en la recta final que sitúa a «Muriendo de Envidia» como una de las cimas de Antón Álvarez.

«Cuando Olvidaré» parte del tango «Nostalgia» (1935, letra de E. Candícamo, música de J. C. Cobián). Seguramente C. Tangana habrá llegado a éste a través de la versión que grabó Diego el Cigala en Cigala & Tango (2010). El discurso que aparece son las declaraciones del cantante de copla Pepe Blanco. Las palabras del coplero son una defensa a ultranza de la música de raíz española, que en definitiva es, eminentemente, el guion del disco de C. Tangana; un guion del que el productor Alizz y el multinstrumentista Víctor Martínez son actores clave.

Parece ser que hay que calificar este trabajo de una forma extremista; como decepcionante o como obra maestra. Ni una cosa ni la otra. C. Tangana demuestra ser el más listo de la clase. Ha sido ambicioso y ha explotado todos los recursos que tenía a su alcance (que son bastantes). La jugada le ha salido redonda y ha salido victorioso. Loable no dormirse en lo laureles de triunfos anteriores y hacer uso del instinto artístico, hacer algo distinto y hacerlo bien. El Madrileño no es ninguna revolución musical, es más bien una reivindicación, del propio C. Tangana y de la música de raíz iberoamericana. No hay que lanzar las campanas de ‘obra maestra’ al vuelo, pero denota que Antón Álvarez no es uno más en la industria musical.

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