Crítica – ‘Power Up’ de AC/DC: La Coca-Cola y los Danone

Crítica exclusiva del nuevo disco de AC/DC, 'Power Up', que verá la luz el próximo 13 de noviembre. La banda australiana recurre, una vez más, al rock and roll de alto voltaje.

El gran problema de AC/DC es que hace 40 años que dieron con la fórmula de la Coca-Cola. El noventa por ciento de las canciones presentan el mismo molde y patrones muy similares. De ahí que, desde Back in Black (1980), apenas cinco o seis canciones hayan pasado a su catálogo de imprescindibles. Sus último discos, en líneas generales, se han basado en un par de cañonazos de puro rock ‘n’ roll y un relleno de canciones que casi nadie recuerda. No esperen grandes sorpresas en Power Up, se puede decir que es más de lo mismo, pero mola’ por una sencilla razón: es AC/DC. Y seamos realistas, si a estas alturas de la peli les diera por experimentar o probar cosas nuevas, nos llevaríamos las manos a la cabeza.

Repasemos la fórmula AC/DC: riffs de guitarra entrecortados con altas dosis de distorsión, un bajo sobrio sin florituras que sigue la armonía de la guitarra y el ritmo de la batería, los coros en el estrbillo, el tum-pa/tum-pa de la batería y la voz afilada de Brian Johnson. Esto es, básicamente, lo que encontramos en los tres primeros cortes de Power Up: «Realize», «Rejection», y el single «Shot in th Dark». Esta molde lo rompe «Through the Mists of Time», la canción más diferenciada del disco. Y a partir de aquí se concatenan cortes que, dentro del registro AC/DC, no se ciñen a esa efectiva, a la par que manida, fórmula. Pequeños detalles como la batería de «Kick You When You’re Down», o la línea cromática de la guitarra en «Demon Fire» dan un aire distinto a este tramo central del álbum.

Otros temas de Power Up invitan per se a introducir elementos no habituales en los AC/DC recientes, pero Angus Young se mantiene conservador. El ejemplo más claro es «No Man’s Land». El sonido estridente de la guitarra en la intro remite claramente a la sonoridad de la gaita, y haber sustituido las seis cuerdas por la gaita hubiera sido un buen guiño a Bon Scott. Por no hablar de que el riff principal de la canción pide a gritos un slide, recurso que los Young deciden obviar. Después empieza «Systems Down» con una de las guitarras más potentes del disco y a uno se le olvidan los reproches.

AC/DC no es Led Zeppelin, y cuando le damos al play a alguno de sus discos ya sabemos, aún en una primera escucha, lo que vamos a encontrar. Los ingleses siempre buscaron surcar los límites del rock y su amalgama con géneros ajenos y músicas de otras culturas. Los australianos han dedicado su discografía al «let there be bock» como nadie. Ahora estos demonios rockeros parecen tener problemas para que sus canciones alcancen los tres minutos y, como es lógico, redundan en sus propios recursos. En cualquier caso, los amantes del rock ‘n’ roll recurriremos una y otra vez, irremediablemente, embrujados al alto voltaje de AC/DC. Como dice Kutxi Romero, vocalista de Marea, «los demás son de Hacendado, nosotros somos los Danone del rock ‘n’ roll». Eso es, a escala mundial, AC/DC, los Danone del rock ‘n’ roll.

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