Crítica – ‘Medicine at Midnight’ de Foo Fighters

Crítica de ‘Medicine at Midnight’, el último disco de Foo Fighters, donde remiten a algunos de sus clásicos y presentan un intento de renovación.

De igual manera que le ocurrió el año pasado a Pearl Jam con Gigaton (2020), Medicine at Midnight es la búsqueda de Foo Fighters de algo que no termina de aparecer. No es un paso en falso, pero no se acerca a sus mejores trabajos. Un disco que se puede definir como entretenido, de escasos 36 minutos, que nos permite disfrutar de nuevo de la capacidad baterística de Taylor Hawkins. Es digno de alabar que, como hizo Pearl Jam en su último álbum, estas bandas consagradas no se conformen con auto-versionarse una y otra vez. Sin embargo, estos intentos de renovación no terminan de cuajar en el conjunto del álbum.

En Medicine at Midnight Foo Fighters se acercan a melodías pop sin perder la esencia rockera innata de Dave Grohl. Un giro similar al que realizaron Queens of the Stone Age con Villains (2017), pero con una resolución bastante menos acertada. Y tras Sonic Highways (2014) y Concrete and Gold (2017) completarían una trilogía que no se sabe muy bien a donde apunta. Quizá es que Wasting Light (2011) fue demasiado bueno y con él quemaron las naves.

Lo más innovador de Medicine at Midnight son esos coros que aparecen en varios de sus cortes. Ni siquiera su nueva incorporación, el teclista Rami Jaffee, tiene una presencia muy perceptible. «Shame Shame» es un nuevo registro de Dave Grohl y una de las canciones mejor elaboradas del álbum, bien conducida por un riff muy sutil y la regencia del medio tiempo. Contrasta con «Waiting on a War» que recuerda en exceso a éxitos pasados de Foo Fighters. Haciendo honor a su título, «Medicine at Midnight» es el bálsamo colocado a mitad de un álbum que va pegando bandazos. Incluso la estrofa puede tener reminiscencias a cierta etapa de Bowie y el solo de guitarra parece imitar los de Let’s Dance (1983). Es, sin duda, la canción que mejor han sabido interpretar los músicos y la mejor producida, con cada elemento colocado en el lugar preciso en el momento adecuado, y con un estribillo marca de la casa Grohl.

Pasamos del aire Bowie de «Medicine at Midnight» a «No Son of Mine» que parece sacada de Kill ‘em All (1983), el disco debut de Metallica. No es la invención de la pólvora desde luego, por mucho coro pseudogóspel que le hayan metido. El tramo final del disco lo salva con creces «Chasing Birds», con uno de los mejores trabajos armónicos en la discografía de Dave Grohl, es una perla delicada y brillante para su discografía.

Medicine at Midnight no es un álbum con concepto de disco, es más bien una colección de canciones de todos los colores, para todos los gustos, o para ninguno. Cuesta no pensar que Dave Grohl y compañía no han editado ya sus mejores obras, así que tendremos que confórmanos con extraer de cada disco esas dos o tres canciones que no redundan en los mismos recursos y logran sorprendernos.

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