Los Ángeles no es un disco de flamenco arraigado, a pesar, de que sus temas estén muy cerca de las raíces del flamenco. Más bien es un flamenco urgente, fresco. Los Ángeles es diferente a todo lo anterior. Los Ángeles surge de la perfecta conexión entre la descarnada y genuina guitarra de Raül Fernández (Refree) y la colorada voz de la emergente y joven cantaora Rosalía. “Canta como una vieja” dice de ella el guitarrista Pepe Habichuela, antiguo escudero de Enrique Morente.
Se trata de un álbum conceptual. Todas las canciones del disco abordan de una forma u otra el tema de la muerte. El primero de sus doce temas, «Si Tú Supieras Compañero», es una declaración total de intenciones. Comienza liviano, entrando fácil, con una guitarra suave acompañando la versión más dulce de la voz de Rosalía. Tras el segundo minuto empieza a tomar fuerza, la voz y la guitarra se elevan. Elevan al oyente, derivando en la angustia producida al final por la aparición del cello de Joan Antoni Pich.
A esto le sigue la contundente “De Plata”, con un potente de riff de guitarra, como si de una canción rock se tratara, Refree nos hace impacientarnos, preguntarnos cómo entrara a cantar Rosalía sobre esa contundencia; y ella…entra arrollando como un camión, a base de quejío, potencia y melismas.
Tras la afligida «Nos Quedamos Solitos», llegamos a «Catalina», primer sencillo de Los Ángeles. “Catalina” es potencia, es rabia, es belleza, es desdén, es todo lo que es Rosalía. Refree, por su parte, hace de ella una canción redonda (recordemos que además de encargarse de las guitarras, es el productor y arreglista del disco), con sus rasgueos marca las baldosas que debe pisar el cante de Rosalía.
Esta conexión mágica no cesará durante los cortes restantes. El álbum cierra con un bonus track, «I See A Darkness» de Bonnie “Prince” Billy (ya versionada por Johnny Cash en su serie American Recordings); tema que dista del hilo conductor del disco, pero cuya inclusión cobra sentido al saber que es el germen de este proyecto. f¡fue la primera canción que Rosalía y Refree tocaron juntos.
A lo largo del disco, la cantaora barcelonesa, con 23 años, revela su querencia por los cantes antiguos, en los que la ha instruido su maestro, Chiqui de la Línea. Así, encontramos su capacidad para brillar, revelando la personalidad clara de su quejío, en seguiriyas («De plata»), en alegrías («Si tú supieras compañero»), fandangos («Que se muere que se muere») y fandanguillos («Por castigarme tan fuerte»), tangos con y sin tientos («Por mi puerta no lo pasen», «Catalina»), tarantas y malagueñas («Día 14 de abril», «Nos quedamos solitos»), la saeta (‘El redentor’) y hasta palos de ‘ida y vuelta’ como la milonga («La hija de Juan Simón») o la guajira («Te venero»).
Rosalía deja una huella interpretativa maravillosa, con un timbre delicado pero rotundo, recuperando letras de finales del siglo XIX y principios del XX, de figuras como: La Niña de los Peines, Enrique Morente, Manolo Caracol, D. Antonio Chacón, Rafael Farina o Antonio Molina… Sin embargo, hay que conceder las medallas que le corresponden a Raül Refree.
Refree no es un guitarrista flamenco, y lo sabe. Pero el haber trabajado con figuras del mundillo como Kiko Veneno o Pepe Habichuela (al que reconoce como influencia junto a estilos tan dispares como Black Sabbath), le ha enseñado los senderos que debe recorrer a través de las seis cuerdas para remitir a las técnicas de la guitarra flamenca.
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